domingo, mayo 27

Cambios

Como bien saben, lectores imaginarios, pase el examen de admisión de la UNAM. Y siendo yo un habitante de Acapulco de 19 años, ¿Saben que significa eso? Exacto.

Desde hace ya muchos años, siempre soñé con la posibilidad de vivir fuera de casa, fuera de la rutina, que aunque cómoda y segura, rutinaria. Siempre quise una aventura, pero nunca supe como lograrla, hasta ahora.
Nadie te dice como vivir la vida, y normalmente los que te lo dicen solo esperan darte un buen consejo para afrontar eso que esta allá afuera, eso que llaman "Vida real", una vida que difícilmente experimentaras a temprana edad si tienes padres. Pero eso cambia ahora, cambiamos escenarios, ideas, actitudes.

La vida te enseña lecciones a largo plazo, te prepara para vivirla, pero eso es algo de lo que pocas veces nos damos cuenta. Yo estoy chavo, y la vida se me hace fácil, nunca me preocupe por nada. Pero ahora veo el mundo bajo la luz, y lo veo como uno de esos desafíos de los que no tienes el equipo para superarlos.

Al fin conseguí mi sueño. Tener mi vida. Por siempre me emociono ser yo quien tome las decisiones, quien decida mi siguiente paso con total autonomía, y ahora técnicamente la tengo, y es uno de esos poderes que asusta. Tendré que usar todo lo que se, lo que eh aprendido, lo que me han enseñado, todo para poder sobrellevar la existencia en el mundo real.

Tengo miedo, y a la vez estoy emocionado. Por mucho mi familia ha tomado las riendas de mi vida, ya es hora de dejarme llevar por la vida, a ver a donde llego.

Pero creo que eso es lo divertido.

No los olvidare amigos, pronto cambiare posiblemente gran parte de mi actitud, y una pequeña parte de mi mentalidad (Porque mi mentalidad es muy testaruta, dudo que quiera dejar de imaginar que las gomitas de panda hablan o que los perros me entienden). Y cuando eso pase, se que estaran aqui para contarles como va todo. No se preocupes, yo me puedo preocupar solito. Todo estara bien.

Nos vemos en el siguiente capitulo (O antes)...

martes, mayo 22

Aquel

Preparando la leña para después poner una olla con agua, se encontraba aquel. El café era perfecto en esa temporada, con sabor suave y sedoso. El tiempo pasaba lento, podían contarse las gotas que salpicaba cada grano de café al caer al burbujeante liquido.

Aquel había perdido ese reloj biológico, esa sensación de movimiento y tiempo. Todo se congelo en una imagen. Solo podía apreciar que la habitación de desmoronaba al paso de una niebla gris con olor a sangre y lodo, el piso desaparecía y caía, pero no lo sentía, nunca dejo de caer, ni al final de estas letras.

Junto a el su sillón rojo, acolchonado y arañado. Temblando y jadeando, movía sus dedos en busca de su taza. La encontró, vacía, como todo en su vida. Concientemente no encontró nada, tuvo que voltear atrás, donde su nuca parecía agrietada y mojada. Ya no estaba en si.

Frente a el una gárgola parecía custodiarlo, parpadeando lo escuchaba, callando lo callaba.

Hilos atados a sus dedos y a su lengua, dentro de sus ojos y en sus parpados, desde arriba lo ponían a conversar con la gárgola. No había tema de conversación, ni empatia ni gusto. Pero la charla se demoro tanto que se había olvidado del café.